Ha sido un largo tiempo {Octavia R. Justus}

FT. Tiziana Flickerman • EN Justus' House • ES Mediodía • Soleado • WEARING THIS

Aquella mañana me había levantado de un buen humor bastante peculiar, ¿por qué lo decía? Me sentía alegre, ya que tenía un fuerte presentimiento de que hoy sería un buen día.

Me levanté de la cama y dí pequeños pasos hasta el enorme clóset que tenía mi cuarto en la fastuosa casa que me habían asignado en la Aldea de los Vencedores del Distrito. Era increíble cómo los estúpidos Juegos del Hambre podían cambiarte la vida, incluso cuando sólo había dos opciones: ganar y sobrevivir, que era la mía; o morir.
Enarqué una ceja mientras buscaba qué ponerme y me reía de tener ropa a toneladas, ropa que claramente había sido escogida por mi gran amiga y estilista Tiziana Flickerman, la mismísima hija del hombre que hacía tan sólo un año atrás, me había entrevistado antes de irme a combatir por mi vida.

—¿Qué será de tu vida, Tiz?- Pregunté en voz alta tomando unos pantalones ajustados de color negro, una bonita blusa color turquesa con detalles en el mismo color del pantalón y unos tacones aguamarina.

Me los puse y sonreí. Maldita Tiz que durante mi estadía en el Capitolio así como en la Gira de la Victoria me había obligado a manejarme constantemente con zapatos que un tiempo atrás apenas lograba manipular y ahora amaba con locura. Tras haberme vestido completa, corrí a la cocina para buscar algo de comer. De repente me estaba muriendo de hambre.

—Buenos días.- Saludé al ver a mis padres y a Anouk, la avox que el Capitolio me había mandado como criada doméstica. Los dos primeros asintieron sin darme demasiada importancia y yo le sonreí amablemente a Anouk cuando me alcanzó un tazón con frutas cortadas en cubitos, tal como a mí me gustaban. —Gracias.- Murmuré al mismo tiempo en que sonaba el timbre y daba un salto para ir a atender yo misma.

—Octavia, ¿por qué no dejas que vaya la...?- Comenzó mi madre, y al ver que yo la miré mal por la palabra que estaba a punto de decir, se calló. ¿Qué palabra? Avox. Y sí, yo también la usaba, pero para mí misma y no delante de la pobre Anouk.
—Iré yo.- Finalicé tomando el recipiente y yendo hacia la puerta.

Abrí de un tirón y casi me ahogo con el pedacito de melón que tenía en la boca al ver que frente a mí, no estaba nadie más y nadie menos que la mismísima Tiziana Voluminia Flickerman.

—¡Tizzy!- Chillé abrazándola. —Cariño, ¡qué sorpresa!

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Supe que mi abrazo la había tomado por sorpresa, aunque también supe que me lo correspondió con uno que era igual de honesto que el mío. Desde que habían terminado los Juegos, yo había creado una especie de rechazo aún mayor del que ya tenía para con los Capitolinos, pero con Tiziana era completamente distinto. Ella se había ganado mi confianza de buena manera en su momento, y justamente por eso era la única Capitolina con la cual mantenía -y única con quien pretendía- el contacto como era correspondido.

Sonreí ante su elogio por mi vestimenta y creí leerle la mente cuando miró hacia mis pies y vio los tacones sorprendida, así que dí una vuelta sobre mí misma, tal como ella me obligaba a hacer para aprender a caminar con ellos y le guiñé un ojo con complicidad.

—Sí, lo sé. ¿Raro? He aprendido de la mejor, no sé porqué esa carita de 'Oh, ¿es real o no esto que estoy viendo?'.- Bromeé tomándola del brazo —A que me he vuelto un as con ellos, ¿eh?- Reí mientras Anouk le ofrecía un vaso de jugo de moras y Tiz se lo agradecía gentilmente, haciendo que la muchacha se sonrojase por el halago. —Anouk hace no sólo el mejor jugo de moras del Distrito, sino hasta las mejores comidas. ¡Me ha enseñado un montón de cosas geniales, ¿puedes creerlo?!

Mientras seguía mostrándole mi nueva casa de camino a mi habitación, ella preguntó con esa simpatía nata suya si tenía algo nuevo para contarle, a lo que yo rodé los ojos en señal de que había demasiado para contar. Porque bueno... Así era: había muchísimo para contarle.

—¿Algo?- Inquirí sarcásticamente enarcando una ceja. —De todo, Tiz; ¿de todo lo que te puedas imaginar?- Pregunté para llamar su atención. —Okay, el doble o el triple de eso multiplicado por un millón.