"Ah, tú" || Jollene

Ah, tú.

Ni si quiera supo el porqué de su viaje pero de golpe se encontró en el distrito ocho dando vueltas por la plaza. ¿Porqué demonios había acudido allí? Ah, si. Todo residía en la niña que había conocido y que se había pegado a su corazón como una lapa. Casi como una hermana para ella, a diferencia de que Shiloh no le reprochaba nada. La muerte de su madre había sido un golpe para las tres, y no era suficiente con que Jollene se sintiera culpable, si no que además Charlotte la miraba como si de un monstruo se tratase y esperaba al peor momento para recriminarle cualquier cosa. La morena no pareció encontrar a Shiloh por ninguna parte, puesto que llevaba un rato en el distrito y había acabado divagando sin rumbo fijo por la plaza. Había sido una desilusión ir hasta allí para nada. Había decidido comprar algo de fruta, ya que no tenía nada mejor que hacer, pero el Sol comenzaba a posarse en el cielo y el calor resultaba asfixiante. Se le pegaba en la piel y la hacía jadear.

Abrió la boca para darle un mordisco a una manzana cuando una voz la sobresaltó. Agachó los ojos sin alzarlos hacia ella porque sabía de quién se trataba. Sonrió ladinamente. La voz de la pelirroja sonó con una falsa decepción que la perspicacia de Jollene no tardó en captar, alzó el rostro para encararla con diversión. -Ya veo lo feliz que te hace verme. -reprochó, fingiendo indignación y cuando nombró lo de la comida alzó las cejas para mirarla con incredulidad. -Encima de fea ahora tampoco tienes ojos en la cara. -sacudió la cabeza para negar, metiendo la mano en la bolsa para sacar otra manzana. -Pobrecilla... -fingió decírselo así misma, aunque se aseguró de que Faith la escuchase. Era irónico. Se había encontrado con Faith cuando en realidad buscaba a Shiloh, justamente el motivo por el que la conocía.

Sacó otra manzana y la frotó contra su camiseta antes de pasársela, y volvió a aferrar la suya con ambas manos para darle un mordisco crujiente. Hacía mucho que no podía permitirse el lujo de comer manzanas, y su estómago lo agradeció. Cerró los ojos saboreando la fruta y al abrirlos miró a Faith sin ninguna expresión. Pensó que se derretirían de un momento a otro con aquella calor de modo que hizo un gesto con la cabeza y echó a caminar en busca de una sombra, pero aquella maldita plaza parecía tener un cartel para llamar la atención de los rayos de Sol. Arrugó el ceño y entrecerró los ojos, llevándose una mano de visera para observar por donde iban. -¿Es que no hay un sitio donde descansar y resguardado del Sol en este puto Distrito?

Distrito 8 || Plaza Central φ 15:36h. φ Calor, sol asfixiante. φ Faith L. Lafayette

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Ah, tú.

Rodó los ojos ante las provocaciones de la morena y al rematar con aquella falsa lamentación la pelirroja no pudo contenerse en soltarle un estúpida que divirtió a Jollene. -¿Tú? Si, tranquila, ya lo sé. -continuó con aquél tono a la vez que le pasaba la manzana a la chica. Ambas tenían poco peso, y estaban más bien huesudas, por lo que no inquirió nada cuando Faith comenzó a devorar la manzana como si se la hubiese dado a un perro. Jollene prefería disfrutarla, poco a poco. El Sol comenzaba a ser realmente molesto y la expresión que empleó con respecto al distrito pareció molestar a Lafayette, la que no tardó en recriminarle aquella palabrota y, además, añadió que se había ablandecido. Jollene tragó el pedazo de manzana que estaba masticando y alzó ambas cejas, mirándola con incredulidad. -¿La princesa soy yo o tú? Que no puedes aguantar oír un puto. -la desafió con la mirada, antes de volver a comer el resto de manzana, que ya era bien poco.

Sintió el agarre de la chica en su manga y como esta tiró de ella hacia el centro de la Plaza, se giró sobre sus talones para mirar a Faith con determinación y forzó una sonrisa. -Cielo, -habló con naturalidad fingida, con voz aterciopelada que recordaba al ronroneo de un felino- No juegues con fuego. Que te quemas. -la advirtió, aún con esa sonrisa en los labios, aunque la situación la divertía. ¿La sacaba de quicio? Sí. Pero en el fondo sabía que Faith la apreciaba, era una buena chica y demasiado similar a la vez que diferente de ella. Pero se entendían, y encajaban la una con la otra, como si fuesen un puzzle. Algo extraño, pero su relación se basaba en ese tira y afloja que a ninguna de las dos parecía molestarle. "¿Qué haces aquí de todas formas?" preguntó Faith, con un tono de voz mucho más dulce que no pasó por inadvertido a la morena. Suspiró y se sentó en un banco, dejándole espacio a ella para que se sentase si quería y siguió royendo la manzana. -Ya sabes, -comenzó a decir con la boca llena, y tragó antes de proseguir- Shiloh. -se limitó a responderle y supo que ella lo entendería. Le había resultado una pregunta tonta desde el principio, pero la había respondido de todos modos.

La mirada de súplica que Faith le dirigió hizo que Jollene arrugase el ceño sin entender muy bien a qué venía, hasta que descubrió que ambas habían acabado su manzana. Suspiró con pesadez. -Eres peor que una niña pequeña. -le reprochó, pero con voz serena y le tendió otra manzana, dejando la bolsa llena tan solo por una de las frutas. -Ten. -se la pasó y la siguiente pregunta la descolocó. No quiso contestarla, odiaba las preguntas personales y las evitaba por encima de todo. Faith lo sabía, de modo que no tuvo que dar muchas más explicaciones para excusarse, tan solo se sacudió de hombros dejando que su vista se perdiese entre el gentío que iba y venía de la plaza. Después miró a los ojos azules de la pelirroja, aún callada, pero preguntándole con la mirada lo que con la boca no hacía. Faith sabía que podía contar con ella siempre que quisiese, que era un hombro donde apoyarse y que la escucharía siempre que quisiese, aunque no era de ese tipo de amigas que preguntan y aconsejan, si no más bien del tipo "no te preguntaré porque sabes que puedes contármelo de todos modos". Y eso mismo le decía, sumida en ese silencio repentino que no se hacía incómodo.

Distrito 8 || Plaza Central φ 15:39h. φ Calor, sol asfixiante. φ Faith L. Lafayette

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